martes, 21 de octubre de 2008

Un desvande atroz

El ambiente era frio, como suelen ser los inviernos de Lima. Desperté en un cuarto con las cortinas cerradas que no permitían el paso de los primero rayos de luz a las 9am. Para mí las 9 de la mañana era temprano, pues recién despertaba y consideraba que esos eran los primeros rayos, lo primero que vi al abrir los ojos fue una cortina verde con bobos antiguos que me hicieron recordar la sala de mi abuela, cerré los ojos y luego me vi reflejado en un espejo enorme de forma ovoide sobre la cama, una cama de resortes antiguos, que chillaban con tan solo apoyarme en un lado, el colchón húmedo y dos almohadas duras como una piedra. Delante de la cama estaba la puerta del baño que tenía una rajadura en la parte inferior y al costado un ropero donde puede ver mi ropa. Cuando intenté levantarme de la cama fracasé y caí, la cabeza me daba vueltas, en el segundo intento escuché una voz que dijo que necesitaría ayuda.


Volteé a la derecha y vi a Diego, sentado en una silla de madera, sin polo, con medias blancas, su cadena de oro en el cuello, un poco más abajo, en el pecho, tenía un rasguño largo, al parecer provocado por las uñas de alguien, además tenía un cigarro encendido en la mano. Era extraño que no oliera el humo. Diego era la última persona que recuerdo haber visto casi al término de la fiesta en la discoteca y supongo era el término porque no volví a abrir los ojos hasta hoy en este cuarto. Esa discoteca era siempre el punto de encuentro de todos mis amigos del barrio y de la universidad. Estábamos bailando y tomando, pero recuerdo muy bien que se nos acercó para invitarnos un cigarro deforme, oscuro y sin filtro, yo acepté y luego Diego me abrazó, lo espanté y luego recuerdo que estábamos a la orilla del mar entre un océano de personas que saltaban eufóricas frente a un escenario, a mi lado estaba Diego y él. No recuerdo más.



Cuando lo vi casi desnudo no supe cómo reaccionar, no me imaginaba porqué estábamos los dos en ese cuarto en las mismas condiciones. Diego se acercó a la cama y me dio la mano para ayudarme, cuando me levanté casi no pude mantenerme en pie por lo que tuve que sostenerme de su torso para luego sentarme. Antes de pronunciar palabra alguna intentó besarme, lo repelé rápidamente con mis manos y le dije qué estaba haciendo, qué le pasaba. Me dijo que no me preocupara que no se lo iba a decir a nadie, que lo que pasó esa noche quedaba entre nosotros. Yo aterrorizado le pregunté qué es lo que había pasado y comenzó a contármelo todo.



Diego me dijo que acepté ese cigarro oscuro, deforme y sin filtro de Arturo, uno de sus amigos, y que lo fumé sin saber a ciencia cierta lo que era, cuando Diego me dijo que estaba fumando marihuana simplemente me reí y fue entonces cuando me dijo que iríamos un reif en una playa de Miraflores a celebrar el cumpleaños de Renzo y Omar, otros dos amigos suyos, acepté y salimos sin despedirnos de los demás, subimos al auto de Arturo y fuimos a toda velocidad hasta llegar a la dichosa playa. Diego me contó también que yo quería probar éxtasis pero no me lo permitió, aunque no se lo creo del todo asentí con la cabeza, luego prosiguió y dijo que yo decía que esa droga es la qué más se consume en este tipo de fiestas, luego, de un momento a otro solo quería separarme del grupo, como a las cuatro de la mañana, quería irme de la fiesta pero que no podía ir a mi casa porque mis padres definitivamente me iban a castigar y dar la charla en ese mismo momento y lo que deseaba era descansar hasta que me pasara el efecto del trago y la marihuana. En ese momento recordé todo lo que pasó y le dije a Diego que era un maricón, desplegué contra él una serie de adjetivos infames y lo miraba mientras se ponía su ropa sin decir palabra alguna.



En el cuarto recordé que después de la fiesta quise tomar un taxi en la acosta verde y Diego me acompaño para embarcarme, recuerdo que quería ir a un hotel cualquiera en la avenida Arequipa, donde está más barato el hospedaje, cuando paré el taxi y acepto llevarme Diego dijo que vendría conmigo yo solo entré al taxi y diego subió después de mi, fuimos hasta la cuadra catorce de la Arequipa y entramos al hotel, Diego entró y pagó por adelantado, le dieron la llave y subimos, entramos al cuarto y solo vi una cama, estaba rendido así que caí sobre ella. Diego se echó a mi costado y me besó, recuerdo que correspondí y como si él fuera una fémina le quité la ropa llegando a un punto de excitación moderado, luego nos quedamos dormidos.Definitivamente era la primera vez que tomaba alcohol en exceso y a la vez probé marihuana, actué en una forma descontrolada y que en el momento simplemente no me daba cuenta de las cosas que hacía. Diego llegó a salir de la habitación pero antes dijo que solo fue por pasar el rato y que no está seguro de ser gay, yo lo miré y pensé si yo lo era.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

buen relato, pero eres gay??. Si no lo eres de todas maneras me gustó.

lito peppers dijo...

uhmmmmm y ese diego¡? jeje no lo conoci jejeje. esta buena... espero que no sea. muy vivida esa historia