miércoles, 8 de abril de 2009

¿Alguna vez pensaste en ser escritor?

Por: Gerald Ramirez



Debo confesar, aunque sin mucho orgullo de por medio, que más de una vez, insensatamente, por mi pueril mente pasó la desquiciada idea de aventurarme a ser literato. Es decir, ser literato con todas las obligaciones que tan digno oficio implica.
Además, a quién no se le ha cruzado la tonta idea de querer escribir. Yo sí he soñado, y más de una vez con ello. Es que, la sola idea de que puedas caminar por las librerías y ver alguna novela tuya en ella, es simplemente, orgásmica. Además, la idea de pensar real y no vanamente, que hay más de una persona leyéndote, también es —sin duda alguna— embriagadora.

Sin embargo, debo de confesar —penosamente— que vale más la realidad, que los tontos sueños de mentes imberbes. Pensar en dedicarte, en cuerpo y alma, a escribir durante toda la vida, es una empresa que pocos la pueden llevar a cabo, es difícil, sin duda, complicada, ardua, trabajosa, empinada y sinuosa. O acaso existe una mente juiciosa que piense que los literatos, nacieron siendo ya literatos. Por supuesto que no. Cada uno de ellos —es decir los más reconocidos— tuvieron que sacrificar mucha vida, demasiada talvez, para lograr erguirse con tan noble título.

No vasta ni alcanza solamente con soñar cual poseso en querer lograr ser alguien. No solo con querer emular a personas que de las mentiras hicieron verdades verosímiles. ¡No!. Con solo eso no alcanza. No hay posibilidad alguna.
Podrás llegar a ser un intrascendente más que pulula por allí. Pero en cuanto a ser un literato reconocido, jamás.

Con lo único que una persona podría llegar a ser un escritor reconocido, es con la dedicación. El oficio del literato, es el más sacrificado que existe. Y si acaso lo deseas alcanzar satisfactoriamente, pues puede convertirse hasta en una adicción. Sin duda la lectura es una adicción, no dañina, pero adicción al fin. Sin embargo, la escritura, creo que sí podría ser una adicción dañina. Es decir, se convertiría en dañina para quien quiere lograr el reconocimiento a ultranza y, para quien desea adquirir fama vagamente ganada.
Para aquel que escribe solo por que le gusta, por que encuentra en dicho arte una manera de expresión sin límites, creo que la adicción no resultaría dañina. Al contrario, resultaría hasta beneficiosa.

En todo caso, solo te queda novel escritor —como a mí— dedicarte en cuerpo y alma a la literatura. Ámala, respétela, cortéjala, admírala, disfrútala, pero sobre todo practícala.
Se perseverante cual porfiado, no abdiques jamás. Recuerda que ha habido muchos que sacrificaron mucha vida para lograrlo.

Seguramente si pusiera algunos cuantos ejemplos, todo cuanto digo sería mucho más verosímil. Si dijera que nuestra máxima joya literaria internacional, dejó todo en el Perú para irse a Francia a consagrarse como escritor. Sí, me refiero a Mario Vargas Llosa.
Corría el año 1957 y él se entera que al próximo año habría un concurso literario cuyo premio consistía en un breve viaje a Francia. Durante algún tiempo se dedicó en cuerpo y alma a preparar un cuento llamado “El Desafió”, que meses más tarde sería elegido unánimemente como el ganador del concurso “Revue Française”. Entonces, no le importó no haber culminado sus estudios de Derecho en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y tomó la arriesgada decisión de quedarse en Francia, sin tomar el viaje de regreso que lo traería nuevamente al Perú. Allí, se consagró como escritor, luego se mudo a España, donde fijó su residencia por el año 1970.
Si te dijera que algo parecido ocurrió con Santiago Roncagliolo, escritor peruano que en el año 2006, su libro Abril Rojo, obtuvo por unanimidad el Premio Alfaguara, que otorga la nada desdeñable suma de 175 000.00 Dólares Americanos, además de una estatuilla y la publicación de la novela ganadora en 22 países en lengua hispana. Él, dejó todo en el Perú, y se fue a vivir a España, donde después de mucho luchar la vida y el destino le —asumo— sonríen abiertamente.
Esos son solo dos ejemplos, como esos seguramente han de haber muchísimos más, creo que para terminar con las ejemplificaciones, bastaría con decir que la mayor obra literaria francesa, sí, “Los Miserables” de Víctor Hugo, fue consumada en cuanto a la escritura y redacción, a lo largo de 30 años.
¿Acaso sigues pensando en querer ser escritor?, si así lo piensas —como yo—, no te queda más que dedicarte abnegadamente a tan fino arte. No es cuestión solo de soñar ilusa y vagamente, sino es cuestión de que con una dedicación con varios centímetros de blindaje de acero, salgas en caza de tus sueños.

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